martes, 19 de octubre de 2010

que son las profecias

Una profecía (Probablemente del griego φαινος, aparición) es una afirmación clarividente sobre el futuro, en general. Sin embargo, hay una diferencia entre profecía y predicción: Una predicción es una afirmación que se utiliza para reforzar una teoría de acuerdo a un proceso lógico, mientras que una profecía no está ligada a un razonamiento en la previsión del resultado predicho y su inspiración es de origen divino.
Las grandes religiones monoteístas ..(Islam, Cristianismo, Judaísmo) otorgan gran importancia a las profecías como indicador del designio de Dios (sin embargo, el sentido correcto de una profecía según estas posturas es la dada a los profetas como mensajeros). Hasta la fecha, a pesar de no existir evidencia científica a su favor, los seguidores de estas religiones afirman que las profecías particulares de sus libros sagrados se han cumplido. En el ejemplo cristiano, muchos fieles creen que el Pentateuco fue escrito por Moisés en el siglo XIII a. C. o aún antes y que esto muestra el caracter profetico de los libros del Pentateuco.
Otro tipo de "profetas" (aunque el termino solo se aplica al que transmite la palabra de Dios),aunque estos personajes caben en el marco de la parasicología y las artes adivinatorias, como Nostradamus en sus Centurias, supuestamente dejaron indicaciones de hechos futuros que según los escépticos son tan vagas que podrían referirse a cualquier evento que se pueda hacer coincidir con el hecho profetizado. Lo mismo sucede con algunas profecías tradicionales en las grandes religiones monoteístas, como la «profecía de los Papas» de San Malaquías. Las profecías apocalípticas tienen como tema principal el fin del mundo o Armagedón.
La característica común de las profecías es que, las que sobreviven, han sido determinadas como tales después de que ocurrieron los hechos. Por ejemplo, Jesucristo profetizó que el Templo de Jerusalén sería destruido y efectivamente en el año 70 d.c fue destruido por los romanos.

Cristianismo

La palabra armagedón deriva del monte Megido (Har Megiddo en hebreo), el sitio donde ocurrió la célebre batalla de Megido (en el siglo XV a. C.) y otras dos más en los años 609 a. C. y 1918 también conocida como el fin del mundo.
La batalla del Armagedón se llevará a cabo justo antes del milenio (reinado mesiánico en la tierra de mil años). La bestia se reunirá en Megido para luchar contra Dios, pero será derrotada por Jesucristo y sus ángeles, arrojando por último al anticristo junto con el falso profeta, al lago de fuego, mientras Satanás será atado en lo profundo del abismo por el tiempo que dure el reinado de Jesús y sus santos en la Tierra.
Al final del milenio, el diablo será liberado por un breve periodo, para que éste, en un último intento, salga a engañar a todas las naciones de la tierra representadas por Gog y Magog y que están bajo el gobierno milenial de Cristo para incitarlas a la guerra, peleando una vez más contra Dios. El diablo será derrotado y lanzado al Lago de fuego y azufre en donde ya se encontrarán la bestia y el falso profeta (recuérdese que ellos fueron lanzados al comenzar el milenio (Ap. 19:20).

[editar] Ubicación

Expertos modernos creen que el escritor del Apocalipsis se basó en el establecimiento de Megido, en el cual existía una poderosa fortaleza romana. Basándose en estos hechos, aquellos interpretadores señalan que Juan pudo haber pensado en la posibilidad de una gran lucha en las cercanías de Har Megido.[cita requerida]

[editar] Adventistas del Séptimo Día

Testigos de Jehová

El Armagedón no puede ser sencillamente un conflicto entre las naciones de la Tierra, pues Revelación 16:14 dice que “los reyes de toda la tierra habitada” forman un frente unido en “la guerra del gran día de Dios el Todopoderoso”. En su profecía inspirada, Jeremías anunció que “los muertos por Jehová” estarían dispersos “desde un extremo de la tierra hasta el mismísimo otro extremo de la tierra” (Jeremías 25:33). Por lo tanto, el Armagedón no es una guerra humana que se libre en un lugar específico de Oriente Medio, sino que es la guerra de Jehová, y abarca todo el planeta.
Observe, sin embargo, que en Revelación 16:16 se llama al Armagedón un “lugar”. En la Biblia, “lugar” puede significar condición o situación; en este caso designa la situación en la que el mundo se une para oponerse a Jehová. En el Armagedón, todas las naciones de la Tierra se alían para luchar contra “los ejércitos que est[án] en el cielo” al mando del “Rey de reyes y Señor de señores”, Jesucristo (Revelación 19:14, 16). El cumplimiento de las profecías bíblicas demuestra que hemos estado viviendo en los últimos días de este sistema de cosas desde 1914.* La parte final de los últimos días estará señalada por un período al que Jesús llamó la “gran tribulación”. La Biblia no dice cuánto durará, pero las calamidades que sobrevendrán durante dicho período serán las peores que el mundo haya experimentado jamás. Esa gran tribulación culminará en el Armagedón (Mateo 24:21, 29).
Dado que el Armagedón es “la guerra del gran día de Dios el Todopoderoso”, los humanos no pueden hacer nada para aplazarla. Jehová le ha fijado un “tiempo señalado”, y “no llegará tarde” (Habacuc 2:3). Cuando las naciones usen sus armas mortíferas para pelear unas contra otras y despues amenacen con destruir a los siervos de Jehová, el Hacedor de la Tierra tomará medidas en el Armagedón bíblico (Revelación 11:18). Esta guerra logrará lo que los hombres temerosos de Dios de la antigüedad solo pudieron tener la esperanza de ver: la vindicación de la gobernación legítima del Dueño de la Tierra, Jehová Dios, sobre toda su creación.
De modo que el Armagedón no es algo que deban temer las personas amantes de la justicia; antes bien, suministra una base para tener esperanza. Esta guerra limpiará de la Tierra toda la corrupción y maldad que vemos hoy, y abrirá el camino para un justo nuevo sistema de cosas bajo el Reino mesiánico de Dios (Isaías 11:4, 5). En vez de ser un fin catastrófico y espantoso, el Armagedón marcará un feliz comienzo para los justos que vivirán para siempre en una Tierra paradisíaca (Salmo 37:10,11).

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